La palabra del Presidente

En México los políticos no tienen credibilidad. Durante muchos años, los partidos, los senadores y los diputados han sido consistentemente los personajes peor evaluados en las encuestas de confianza ciudadana. El PRI, el PAN o el “PRIAN” (este galimatías que ha servido para generalizar la podredumbre de los gobiernos y la representación política en nuestro país) para muchos de los votantes representaron el enemigo a vencer en la última elección. Una especie de “que se vayan todos” en un ejercicio en el que irónicamente, sólo podía apostar por el proyecto de un hombre que se formó en las mismas filas de lo que hoy denuestan, acompañado, por supuesto, de muchos colegas que pasaron y construyeron sus carreras por las mismas instituciones.

Y aún en ese entorno de desconfianza, y a pesar de los propios antecedentes priístas de nuestro hoy presidente, MORENA no sólo ganó, sino que arrasó en las urnas. La ciudadanía eligió creer de nuevo en un político y su movimiento, llamado así con gran astucia, para evitar la etiqueta de “partido” que tanto resentimiento, con justa razón, causa en los ciudadanos actualmente.   

Lamentablemente, me parece que el Presidente hoy abusa de esa confianza. A pesar de que en el mensaje reitera una y otra vez que es diferente, ha caído en algunas de las conductas que generaron tanto escozor en quienes votaron por él apostando por el cambio. Tan solo el uso de adjudicaciones directas en 74% de los contratos del nuevo gobierno, así como la falta de planeación y decisiones contraproducentes que se han tomado hasta el momento, son ejemplos de ello, y resulta alarmante que en la épica batalla contra la corrupción, a este paso va a salir más cara la cura que la enfermedad.

Existen quienes aún ante esta evidencia, sostienen la defensa del Presidente y señalan que todas esas decisiones no necesariamente las toma él, y quizás tengan razón. El aparato de gobierno en realidad es muy grande y muchas decisiones salen del marco de influencia del líder del Ejecutivo. No obstante, lo que resulta injustificable es que prácticamente todos los días el Presidente rompe uno de los mandamientos que él mismo decreto para él y su movimiento, en su ya conocida frase de “no mentir, no robar y no traicionar al pueblo”.

Integralia Consultores se ha dado a la minuciosa tarea de analizar las mañaneras de nuestro presidente y hacer reportes en las que comparan las declaraciones del Presidente con información pública para valorar qué tan ciertas o falsas son. El reporte de abril arroja un resultado impresionante: 44% de las declaraciones que el Presidente realizó en las 20 conferencias del mes fueron abiertamente falsas, mientras que 56% fueron parcialmente verdaderas o sin información suficiente para verificar. Es de destacar que ninguna declaración verificada fue completamente cierta.

Con famosas y pegajosas frases como “me canso ganso” y “yo tengo otros datos”, así como el uso indiscriminado de mentiras flagrantes y comprobables, el Presidente poco a poco ha ido normalizando que lo que él dice no es relevante. El Presidente día a día devalúa sus palabras, y esto no es cualquier cosa. López Obrador ya no es el líder de la oposición que puede vituperar a quien le venga en gana. El Presidente López Obrador es el líder de una de las 15 economías más grandes del mundo, sus decisiones impactan directamente en más de 120 millones de personas. Que un Presidente llame a sus adversarios políticos “mezquinos neofascistasno es normal, aún cuando sus críticos quieran presentar argumentos irracionales. Que compare el combate a la pobreza con el cuidado de mascotasno es normal, aún cuando su estilo sea coloquial. Que diga a los periodistas que si se pasan “ya saben lo que sucedeno es normal, menos en un país donde ha muerto en promedio uno de ellos por cada mes de su mandato . Que la audiencia tenga que interpretar en el discurso de un Presidente qué es una promesa, qué es un comentario, qué es una opinión, qué es una idea de botepronto, qué es una amenaza o qué es un chascarrillo no es normal. Que no se nos olvide.

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Abigail Martínez

Licenciada en Ciencia Política y Relaciones Internacionales por el CIDE (Centro de Investigación y Docencia Económicas) y Maestra en Políticas Públicas por Macquarie University. Se especializa en análisis político y comunicación estratégica. Colaboradora de The HuffPost México, Gluc MX y ENEUSmx.

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